VEREDICTO
Sobre la
propia vida del hombre
-a horcajadas-
escribo este poema,
al son de una guitarra que ensordece las mentes.
Abren el mar sobre la tierra,
entre los truenos,
valles de sal al viento contra los ojos.
Enjambre y luz,
luciérnagas y mantos nocturnos
y famosas pieles ajenas a las brusquedades de mi corazón
Organzas y sedas,
latitudes desconocidas y murciélagos
y pequeñas ratas al borde de la muerte
y pieles
y piedras celestes
y sedas ajadas definitivamente por el tiempo.
Mar,
mar absoluto,
te condeno a morir.
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