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IX
Cantos de robles oscuros y malignos.
Pequeños pájaros en las manos de un otoño vil.
Tiempo entre los espacios,
acontezco en el ser por lo más frágil.
Soy un pedazo de carne viva y elocuente,
entre las basuras,
un escalón al mundo de los astros.
Decir vertiente oceánica, es decir,
que no conozco mis anchuras.
Pájaro sin dimensiones,
con mis alas,
soy el que mueve las estrellas.
Viajad conmigo, obreros de la vida,
pequeños muertos, de pequeñas palabras,
soy el vaivén de un universo inagotable.
Lo que termina tiene sus pies sobre la tierra,
volando, os digo,
el mundo es infinito.
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