Carnaval de la Tercera Edad

Miguel Oscar Menassa, 2011

 

 

LA VECINA POR FIN BAILÓ

Hay que ver cómo se puso
mi vecina el otro día,
cuando me puse a cantar
el rock que la maravilla.

Mi vecina lloraba,
se reía y bailaba,
se tocaba las piernas
y hasta el corazón.

Yo seguía cantando
y, sin darme cuenta,
había congregado
a todo el vecindario.

Ella, que se dio cuenta
que los vecinos miraban,
cada vez bailaba más
y se tocaba las nalgas.

Al ver que ella se movía
con talento y distinción,
cada vez canté más fuerte
más rock y con más amor.

Ella gritaba contenta
mientras seguía el compás:
“ya lo verás, ya lo verás,
todo el barrio bailará”.

Elvira, la profesora
de ciencias naturales,
se quitaba la camisa
mientras se abrazaba a mí.

Su marido, que estudiaba
ciencias comparativas,
al ver que me gustaba
se quería suicidar.

La mujer le consolaba
diciéndole a los gritos:
“es nuestro cantor, no sufras
ven y bésalo, también”.

El marido se abalanzó
para besarme en la boca,
y mi vecina celosa
al pobre hombre increpó:

Si tú besas al cantor
yo besaré a tu mujer
y te prometo, te juro,
que ella nunca volverá.

Y después de la canción
el cantor ha de cenar
y lo hará en mi habitación
aunque nos vaya muy mal.

Mi vecina bailadora
loca música de amor:
nadie podrá aunque lo quiera
hacerlo mejor que yo.

Quiero decirle, vecina,
que todo ha sido un gran sueño.
Yo no canté, y no hubo profesora
y de su silla de ruedas, usted
nunca se movió.

 

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