LOS VIEJOS
GOZADORES
Gobernados
por gorilas
que no fueron a la escuela
cantamos para mostrar
que el mundo se va, se va.
Nos llaman
Tercera edad
porque han pasado los años,
pero nosotros seguimos
cantando en el carnaval.
Y este año
hemos venido
para poder anunciar
que los viejos de setenta
ya tienen su carnaval.
Vamos a mover
el culo,
vamos a mover las tetas,
como putas y travestis
que la tele nos presenta.
Hacemos el
amor
y bailamos y cantamos
pero no nos olvidamos
que el mundo nos trata mal.
Esta vieja de
setenta
que me abraza a cada rato
es la novia de un amigo
pero hoy baila conmigo.
Y mi amigo se
entretiene
con el cura Don Camilo,
que baila como los dioses
y no tiene compromisos.
Y este pobre
viejito
casi muerto en su familia
ahora baila, canta y ríe
y hasta enamoró a Marina
que tiene sesenta años
y vive en Andalucía.
Después se
encuentra con Pepe,
que tiene casi cien años,
y don Pepe le aconseja:
Para llegar a los cien
hay que moverse y moverse
y no perder el vaivén.
Haciendo el
amor, cantando
o bien tomarse aquel tren
donde cantando y bailando
te enseñan a morir bien.
Y si tienes
la muerte asegurada,
no tendrás culpa
ni dolor, ni rabia,
serás un
ciudadano
de clase alta,
porque tienes en tus manos
la muerte asegurada.
Con la muerte
en el bolsillo
hablarás como un señor
y tendrás suerte
en los dados
y, también, en el amor.
Y si alguien
te cuenta,
hablándote bajito,
que de la muerte
misma
estás enamorado,
tú le dirás que sí,
a todo el mundo le pasa.
Me enamoro de
la muerte,
decía el gitano,
así podré tenerla
durante todo el día
fregando los platos.
Pero la
muerte
ha de venir,
ha de venir
aunque la algarabía,
aunque el silencio reine
ha de venir, ha de venir.
La muerte ha
de venir,
en silencio, sencilla.
La muerte
quieta,
la muerte nocturna,
tal cual una mujer
se enamoró de mí.
Y dale que
dale
me busca todo el día
y cuando me encuentra
me quiere besar
y yo le digo: Muerte,
no seas asquerosa,
que la muerte no se toca
con aquél que va a morir.
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