SE EQUIVOCÓ LA PALOMA
I
El gran año pasado
tratando de salvar
a toda la humanidad
investigar quisimos
el centro de Bagdad,
la entraña del desierto
y, que nadie lo dude,
el culo de mi mamá.
Y la investigación
resultó una porquería.
En Bagdad nada encontramos
y en el culo de mi madre
sólo caca, sólo caca.
Pero ya teníamos
a todos los soldaditos
dispuestos a matar
para salvar la humanidad.
Pero ya teníamos
a todos los soldaditos
dispuestos a morir
para agradar al Emperador,
sin saber los pobrecitos
que después de la matanza
la gran madre de las guerras
habría de comenzar.
Que cuando el Emperador,
rodeado de meretrices
y tres o cuatro contables,
dijo en voz alta, muy alta:
“Muchachos, mis muchachos,
la guerra ha terminado,
y esta vez hemos ganado
por muerte y desolación”.
En ese momento
ningún soldado sabía
que después de la matanza
la guerra comenzaría.
El Emperador
haciéndose el idiota
le daba de comer
a un canguro americano.
Pero los pobres soldados
que nada sabían
morían y morían
buscando por Bagdad
lo que no existió jamás.
Dos mil soldados,
americanos y muertos
de muerte no natural
y declarada la paz,
hablaban con claridad
que el Emperador y consortes
hicieron las cosas mal.
Y la televisión
nunca lo dijo.
Y la televisión
nunca lo dijo.
Ningún soldado sabía
que después de la matanza
la guerra comenzaría.
Pero los pobres soldados
que nada sabían
morían y morían
buscando por Bagdad
lo que no existió jamás.
|