1971 -BUENOS AIRES
PRIMER MANIFIESTO DEL GRUPO CERO
Manifiesto de adhesión al Grupo Plataforma
Esto
que comenzamos a escribir tiene la pretensión de ser un manifiesto, manifiesto
de adhesión si se quiere, o bien verdaderamente dicho, manifiesto de ruptura,
ya que toda adhesión lleva irremediablemente en su seno un sí y un no, o para
decirlo de una manera menos alusiva, todo encuentro lleva consigo, y ésto es
verdad, por lo menos una separación.
Manifiesto
que en el mismo momento de su creación, no sabemos si podrá alcanzar o bien si
seremos capaces de hacerle alcanzar la publicidad que deseamos que tenga.
Queremos explicar de la manera más desordenada posible, a qué ya quiénes
adherimos y quiénes somos.
Nuestros
dedos índices, nacidos para señalar, apuntan y se regocijan con ello, aquello
que superficialmente puede ser visto como un simple acto de rebeldía de algunos
hijos díscolos de la gran familia patriarcal que significó y sigue
significando para algunos la APA. Pero nosotros sabemos que apuntamos a un
producto acabado que ha demandado para su producción largos años de trabajo. Y
si bien es cierto que su último artífice ha sido el Grupo Plataforma, no
podemos olvidar que la posibilidad de esta ruptura que hoy se produce en la APA, marcando tal vez el comienzo de una nueva historia teórico-práctica para el
psicoanálisis ,en la Argentina, estaba puesta en el mismo momento de su
fundación.
Cuando
el Dr. E. Pichón Rivière, uno de sus fundadores, se somete a la propuesta de
psicoanalizarse con otro de los fundadores, el Dr. Ángel Garma, dice: -Yo me voy
a psicoanalizar con él, pero él va a tener que aprender muchas cosas de mí.
Relación terapéutica que termina a los cuatro meses de iniciada, cuando la
madre de Ángel Garma muerde las entrañas de Pichón Rivière. Fin de una
relación terapéutica y comienzo de una rajadura en el seno de la APA que
provoca una separación en dos grupos, tan definitivamente separados y
distintos, como la separación definitiva e inmortal que produce el
acontecimiento de la represión originaria en el aparato psíquico, fundando dos
instancias, el Inconsciente y el Preconsciente, irreconciliables y diferentes de
ahí para siempre.
Un
grupo que piensa y que determina; su líder, E. Pichón Rivière; sus
vicisitudes, la lucha contra la represión.
Otro grupo que aparece y que crea la falsa ilusión de ser el único; sus
líderes los otros, sus
vicisitudes, no pensar, reprimir, ocultar; grupo que no podrá
pensar porque de ninguna manera el tiempo de matar puede ser el tiempo
de la creación.
Y
no nos vengan a preguntar de dónde sacamos todo ésto, porque como
ustedes
saben o por lo menos debieran saber, la fantasía se constituye por après-coup.
Otros
nombres, otros recuerdos, otros acontecimientos, más conocidos
por
ustedes, mejor recordados por ustedes, habrán marcado a su manera la historia
de esta ruptura.
Dejaremos
que ustedes los nombren, que ustedes los recuerden, sin embargo no podemos dejar
de mencionar algo que nos muestra claramente que
las guerras son terribles, que siempre alguien tiene que morir, que hay
cicatrices de la guerra, huellas de la guerra que son muy dolorosas porque
acontecen en los seres queridos, estamos diciendo que lamentamos la muerte de
José Bleger, de nuestro querido Pepe Bleger que desde el inicio, luchó por todas
las posibles aperturas del movimiento psicoanalítico, cometiendo muchos
errores, es cierto, pero iniciando muchas líneas de pensamiento de un
valor inestimable; pero que tal vez por los años (los años a veces hacen estas
cosas) tal vez por las malas compañías (las malas compañías a veces influyen
realmente) en el momento de elegir, en lugar de elegir la vida, elige la
muerte. Esto es sólo un ejemplo, pensamos que debe haber otros, las guerras
son terribles.
En
nuestro inicio sólo había una claridad, sólo una luz, nuestra firme y
diríamos valiente decisión en su momento, de no entrar en la APA. Nuestra
decisión no la tomamos solos; nos ayudaron y nos alentaron tal vez muchas
personas, pero sólo algunos nombres aparecen nítidos, Juan Carlos De Brasi,
Armando Bauleo, Raúl Sciarretta, que desde la incertidumbre de la teoría o bien
desde la certidumbre de la ideología, nos enseñaron que había una sola manera
de pensar y que esta manera acontecía en la clandestinidad, fuera de toda
institución; en la incertidumbre, fuera de toda seguridad psicológica; en
el
silencio, a espaldas de la represión.
Cuando
nos constituimos en grupo de trabajo (principios de 1970) nos unimos Sergio
Larriera, Roberto Molero y Miguel Menassa (que éramos el grupo primitivo) con
Horacio Valla, Guillermo Bristow y Jorge Nonini, que por
otros caminos habían llegado a saber lo mismo. Ya entonces otras claridades
alumbraban nuestras miradas; sabíamos, nuestro conocimiento, nuestra
manera de pensar era distinta porque no habíamos entrado en la APA.
Para
decirlo de una manera salvaje, en nuestras cabezas resonaban clarines
inimaginables. El primer manifiesto surrealista, cuando Breton acomete
ferozmente contra el movimiento Dadá y abandona de una vez para siempre la
seguridad por la inseguridad, cuando propone sembrar hijos por cualquier parte,
cuando elige la poesía, cuando aconseja partir por los caminos. Partan por los caminos. El Neruda de Residencia en la tierra, el Pavese de Trabajar cansa, el Faulkner de Mientras yo agonizo o de Palmeras salvajes, el Sartre
que nos hablaba
empecinadamente de la libertad que nunca consiguió, el Joyce del Ulises, el
Miller que a los cuarenta años decide dejar la oficina para ser el escritor que
se burlaría de todos y de él mismo, porque al final es lo mismo, la muerte es
inevitable, el Vallejo de los Heraldos Negros, el Maiacovsky de la Nube en
pantalones, el Esenín de su Guapo, el Arlt de los Siete Locos, el Tuñón de la
Calle del agujero en la media, y fundamentalmente porque si no ustedes no
entenderían nada: el Marx del Capital, el Freud de la Interpretación de los
sueños. Seguro, estamos seguros que otros clarines resuenan hoy en nuestras
cabezas y una infinita alegría en el corazón.
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